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La fraternidad azteca de los magos maestros: Mexicah ikniuyotl Nahualteteuctin

De acuerdo con las historias míticas que los guardianes de la costumbre antigua del México profundo aún recapitulan a través de la oralidad; principalmente los relatos sobre nagualismo que en sus muy variadas versiones, cuentan nuestros sabios locales de los pueblos nahuas y otomís de  la meseta central mexicana, de Guerrero, Puebla y de las Huastecas: La brujería o hechicería,  el curanderismo, la cacería ritual y las luchas floridas, fueron y son sin duda los cuatro pilares del conocimiento oculto que sostienen a la verdadera practica del nagualismo. El mito nahua nos revela que los oficios sagrados de la brujería y el curanderismo fueron inventados desde tiempos atávicos por los hermanos Tezcatlipoca y Quetzalcóatl en sus respectivas advocaciones llamadas por los badi otomís como advocaciones “moradoras del cerro”: los sagrados Tlacatecolotl y Ehecalpiltzintli. En cuanto a lo que cacería ritual se refiere, sus orígenes se remontan al mito de los antiquísimos Iztac Mixcoatl e Itzpapalotl cuya historia de su descubrimiento y los antecedentes de su mítica rivalidad, se encuentra registradas en el códice  telleriano remensis. De las guerras floridas se habla más claramente en los mitos surgidos durante el periodo mexicah, sobre el alumbramiento de Huitzilopochtli en el Coatepetl, según el códice florentino. La continuidad histórica del nagualismo como organización ocultista, se encuentra explicada aunque nebulosamente en algunos registros coloniales, llegando hasta el punto de mencionar la existencia de una orden semi-sacerdotal sobreviviente a la invasión europea llamada Mexicah ikniuyotl Nahualteteuctin o la fraternidad azteca de los magos maestros*, también conocida en referida época como un acuerdo de conformidad insurgente en contra del hombre blanco y su ideología cristiana, llamada Teotlauice, que se puede traducir como “Compañeros sagrados de armas” que en aquel tiempo se dividían en “cofradías” generando bastiones de batalla de gran contenido ideológico. Tales cofradías eran bautizadas con nombres antagónicos, relacionados al catolicismo, tales como: la cofradía de Judas Iscariote, la cofradía de los moros, la cofradía de los Judíos, etc. Esto con el objeto de mofarse de los mayores temores de su gran enemigo: el Vaticano. En el crepúsculo de las reuniones físicas, se sintetizó al nagualismo en cuatro vertientes; las cuatro formas de trabajo que ahora conocemos y que hemos mencionado con anterioridad. Las reuniones de la fraternidad azteca de los magos maestros aún son celebradas, sin embargo, para el iniciado en el nagualismo sólo es posible asistir a ellas a través del desdoblamiento o sueño florido, accediendo a los mundos internos en el alto astral: que no es sino la cara luminosa, de la región oriental del Tlalocan. El tiempo en el que un iniciando en el nagualismo puede reunirse con los Teotlauice, por medio del sueño florido es muy variado, hay quienes tardan una noche, otros en cambio duran meses o años de intentos. Sin embargo la persistencia es necesaria si se quiere acceder a esta clase de conocimiento, pues es por medio del sueño lúcido que el ser humano puede comunicarse con su nagual, que es, sin lugar a duda, la única puerta que tienen las personas para encontrase con la divinidad.

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