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Bienvenido a la escuela del brujo, el curandero, el guerrero y el cazador.

Hermano ser humano, te hablaré con toda verdad. Te hablaré sobre lo que pienso y siento sobre ti, que has asistido a este espacio: A mí no me importa cuál es tu color de piel, no me importa tu nacionalidad, no me importa tu etnicidad o tu religión, no me importa tu dinero. Si estás dispuesto a atender; tus ojos, tus oídos, tus manos, tu corazón, se abrirán. Si estás dispuesto a ser paciente, entonces cambiarás para bien. Yo no soy quien para juzgar si eres despierto o no, si eres puro o no, si eres sano o no, si eres libre de cadenas mentales o no. Cada uno sabe de qué va su propio camino. Juzgarte o juzgar en general, no es mi propósito ni mi virtud. Mi propósito al hablarte de este modo, es librar una batalla de muchas, de esta  guerra espiritual a la cual fui requerido a temprana edad. (Leer “En busca de la América sagrada”) Mis armas son los conocimientos que me están transformando en mi maestro interno. Mis armas son los conocimientos antiquísimos de los gigantes sobre los que, como buen enano mental simplemente voy montado en hombros. En este espacio, te enseñarás a ti mismo, si es que tienes el coraje y la sensibilidad adecuadas, un poco o mucho sobre tu verdadero valor y si persistes en el intento de estar aquí, podrás recuperar tu memoria ancestral y entonces sin importar que tan perceptivo creas ser; tendrás el entendimiento suficiente como para conectarte con tus propios espíritus tutelares, y emprender, si es que aún no lo has hecho, tu búsqueda personal y familiar, una búsqueda que quizá te lleve a concebir tu razón de ser y tu propósito de estar, una búsqueda interior que quizá te haga volver espiritualmente a tu casa verdadera, para desenterrar de su suelo bendito, la energía pujante de tu cordón umbilical, el cual se encuentra custodiado por nuestra abuela Coatlicue, partera de parteras, abuela de abuelas, guardiana de esa chispa divina que es como una veladora blanca cuya llama humeante se mantiene encendida y crece cual hierbita de espinas y flores, durante el transcurso de tu vida; flama que se estremece vibrante por un breve ciclo, a la voz de un rezo dado a lo alto desde el corazón del altar de los pechos nutritivos,  espacio ceremonial que se encuentra en ombligo del quinto piso del Mictlan. Ten la certeza de que es en este sitio sagrado, en donde yace dormido todo tu potencial sanador. Acaso recuperarás los tesoros de sabiduría que te heredaron tus abuelos; los que te corresponden por dignidad propia, los que te merezcas y requieras según sea tu nivel de compromiso hacia ti mismo, hacia tu pueblo, hacia el género humano, hacia el planeta y el resto de sus habitantes. En este espacio, si así lo decides, te enseñarás sobre el desarrollo y la práctica de una forma de conocimiento ocultista, que por su alto nivel de vibración, ha sido distorsionado  y disminuido a propósito, por los sabios occidentales, quienes han universalizado a su propio criterio, el constructo sapiencial del hombre. Te enseñarás sobre un conocimiento secreto que no se encuentra en los libros u en algún otro medio escrito de autores reconocidos. Es un conocimiento espiritual, practicado en el anonimato por naguales de “carne y hueso”, y que como toda sabiduría generada desde abajo, es presa del oportunismo de los mercenarios del marketing, de las instituciones culturales y académicas. Un conocimiento negado, silenciado y vituperado por los siglos y siglos de “pruebas en su contra”, tanto que los mismos organismos públicos que dicen defenderlo, lo distorsionan con insistencia feroz, siendo inconscientes o consientes herederos de la encomienda poscolonial de acabar con el espíritu de los pueblos originarios y su cosmovisión a toda costa, favoreciendo a intereses políticos, ideológicos e incluso esotéricos, de la oligarquía reinante, que sonríe de frente al sol, pero que depreda la dignidad humana entre las sombras del poder como verdaderos lobos del hombre…

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Hermano ser humano, libremos esta guerra antigua: seamos el protagonista de la lucha floreciente del guerrero pacifico, asistamos pues a estas batallas del silencio: las que no sólo se libran en los campos de la resistencia rebelde y la insurrección social, sino también las  que se libran en los mundos vibratorios del pensamiento y el sentir trascendentes: esos mundos anímico-espirituales que se encuentran sobre las capas dimensionales del Tlalocan. Prevalezcamos por sobre nuestras carencias y vicios primarios: debilidades que han terminado por malgastar nuestro tiempo, entregándolo como si fuera poca cosa a los dueños del poder mundano, los mismos que han permitido que fuerzas ajenas a nuestro estado de conciencia humana nos utilicen para su beneficio energético.

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…Esos infaustos dueños del poder terrenal; fabricantes de líderes y profetas falsarios, quienes como promotores de ideas sin sentido, intentan venderte ilusiones y ambigüedades, alegando que el problema no está en el sistema o en la aplicación del pensamiento occidental, sino que el problema está en ti. No importa si trabajas doce horas para darle un sustento a tu familia y eres justo con el prójimo, el problema de tu miseria material y espiritual, según ellos, está en ti; nunca en las políticas sociales ni los modelos económicos. Te meten con insistencia, desde muy pequeño, todo esto en la cabeza, hasta el punto que tarde o temprano terminas por olvidarte de ti mismo y ante tanta frustración, mejor te sumes en los vicios y delirios del consumismo rampante y desmesurado, de una sociedad obsesionada por satisfacer sus deseos más frívolos a toda costa y a la falsa búsqueda de la felicidad a través del desarrollo tecnológico y el individualismo.

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Sin embargo, estos líderes del mundo, son sólo el vehículo de espíritus primitivos muy nocivos, pertenecientes a otras esferas dimensionales, que guían y poseen sus cuerpos libertinos como si fueran marionetas tiradas por los hilos del placer inmediato, de la perversión y el espejismo de poder. Lo que los iniciados en el nagualismo sabemos con certeza, es que esos dueños del poder mundano: las más altas esferas de forma consciente, y el resto de forma inconsciente, trabajan a través de distintos procesos y dinámicas de parasitismo y vampirismo anímico, siempre a la orden de espíritus antiquísimos sumamente peligrosos que insisten en descender o ascender a la experiencia humana y al aprovechamiento de los recursos energéticos de nuestro plano de conciencia artificial. Los curanderos nos advierten de ellos al hablar de enfermedades espirituales; a estos entes, ellos les llaman: vientos de suciedad, vientos nefastos, entidades patógenas primigenias, espíritus parásitos, bultos anímicos, ecos tonales, enfermedades del tona, perdida del animita, entre muchos otros espíritus y formas de daño espiritual, que habitan en esferas de conciencia diferentes a  la nuestra y acceden a nosotros descendiendo o ascendiendo por el camino del tunan: el sendero lumínico-vibratorio que atraviesa como un río de innumerables venas ondulantes por el interior de ese árbol de la vida que es el Tlalocan, provocando en el hombre y en su medio ambiente, desequilibrios a los cuales en “el costumbre” de los brujos, se les llama “ataques” o “encantos”. Con estos “ataques” dichas influencias controlan y motivan los vicios y las bajas pasiones, así como las más nobles intenciones y las más altas aspiraciones que nunca llegara a concretizar el ser humano, influenciando de forma determinante a la humanidad, para que se creen estructuras psíquicas por medio del pensamiento colectivo: lo más sólidas y estáticas posibles, para esto el ser humano se vale de la construcción del Estado, de sus leyes y normas impuestas al individuo o la sociedad creada, leyes formadas desde la cognición del estado de conciencia artificial humano, tan funcionales como para que duren siglos, si es posible, generando en el mayor numero de personas sin conciencia, modos de vida inútiles, que faciliten a través de sus desequilibrados hábitos de conducta, la entrega del banquete energético que en cada época les brinda la humanidad en bandeja de plata.

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Estas marionetas inconscientes, otras veces extrañamente consientes de estar provocando su propia destrucción, cumplen con esmero pervertido, la encomienda tácita, de acabar con los recursos naturales y adueñarse de los sitios de sagrados en donde los pueblos originarios a través de la peregrinación y el rito, reafirman desde tiempos inmemoriales su identidad y conexión con todo lo que siempre ha sido benéfico y sagrado para el ser humano verdadero, empero su encomienda principal ha sido, crear estereotipos, deshumanizar y caricaturizar a los sobrevivientes de toda cultura ancestral, pues para ellos el indígena y todo lo que tenga que ver con él, no es sino el enemigo más temible, ya que su modo de vida contradice en absoluto al modelo socio-económico predominante, ya sea promovido como de izquierda o de derecha, que falazmente pretenden imponer todos los tecnócratas como la única opción “viable” y “racional” para llegar a ser felices. Es por esto que ven urgente el exterminio ideológico de todo el que no se alinee, es por esto que para ellos es imperante convertir a los pueblos originarios en sólo objetos de estudios académicos, mano de obra barata para transnacionales, sirvientes en sus propias tierras a merced del turismo local y extranjero, o tristemente, en atracciones turísticas vivientes, obligando a través del hambre y la miseria, a nuestra gente, a vender sus desvalorizadas artesanías a las afueras de toda ruina arqueológica, o a danzar como si se tratara de un show de repertorio, sobre una tarima, los rituales ancestrales que les enseñaron los abuelos, herencia de un “pasado glorioso” el cual urge al Estado reafirmar que ya está extinto, convirtiendo nuestros templos sagrados y centros de observación astronómica, en espectáculos de luces y sonido, a la usanza del más banal parque de diversiones, sintetizando absurdamente el sofisticado pensamiento de miles y miles de años de las civilizaciones madres de la humanidad a la palabra “folclor”, solo útil dentro del itinerario de un programa cultural al servicio de la secretaría de turismo. A todo esto le han llamado, los intelectuales mezquinos, promotores y participes del sueño del hombre blanco: “proceso civilizatorio”, cuando en realidad sólo es la destrucción sistemática de toda una civilización. Lo cierto es que nuestra sabiduría, por consecuencia a todas sus acciones, es y será inaccesible a la comprensión de aquellos que no están dispuestos a escuchar el mensaje del hijo del hombre verdadero, ya que, saber escuchar es saber “ver”, pues antes de la luz está la vibración. Por tal motivo, sólo el que “sabe de ver” puede observarlo todo con los ojos de la divinidad, y entonces se hace tlachixketl, adivino o “vidente”, un elemento indispensable para que los gobernantes de las naciones puedan guiar con sabiduría a su pueblo, según lo platican los más viejos de las comunidades, guardianes del conocimiento del México profundo.

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En este espacio hablaremos de algo muy importante, de algo que los dueños del poder mundano no quieren que sepas y esto es: tú tienes la capacidad de dialogar y llegar a acuerdos con los “moradores del monte”, los espíritus protectores y aliados del género humano y también tienes la capacidad de negociar o incluso de cortar de tajo la influencia de los espíritus nefastos, de las entidades patógenas, de los ecos astrales y de otras influencias cósmicas nocivas. Tú tienes  la inalienable virtud y derecho de curarte a ti mismo y a tus seres queridos a través de las prácticas sagradas del nagualismo, herencia oculta de nuestra gran civilización anahuaca: una de las seis civilizaciones madres de la gnosis humana.

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