top of page
Mayahuel-8.jpg

 

Las plantas están vivas

Hermano ser  humano, debes saber para empezar, que todas las plantas están vivas, pues tienen, vamos a llamarle por ahora, “alma”, pero a diferencia de nosotros, cada especie vegetal comparte un alma en común, por lo tanto su conciencia está más desarrollada y puede percibir la naturaleza de las cosas de forma más precisa y permanente que cualquier mamífero. Esa alma es en realidad lo que te cura cuando te tomas un medicamento de cualquier índole, porque finalmente hasta la alopatía viene de la naturaleza, por lo tanto se rigüe bajo las mismas leyes naturales… Cuando esto pasa, cuando la planta logra sacarte la enfermedad del cuerpo, ella se vuelve parte de ti, se vuelve de tu sangre… dicha planta a partir de ese instante, te reconocerá a ti como un miembro de su familia y te cuidara como tal. En los mundos anímicos, puede ser una de tus aliadas e incluso una de tus maestras en el desarrollo de tu camino sanador. Este principio básico es importante para entender el trabajo del reparador o curandero, y sobre todo, de su inmenso potencial para sanar a través del conocimiento de las plantas y otras sustancias naturales, hasta llegar a hacerlo por medio del “alma” de las plantas, proyectando pases sagrados con su manos desnudas basándonos en los principios de la bioenergética o  en el sueño florido por medio de la proyección de su tonal a distancia, sin importar en dónde se encuentre el enfermo, si en la habitación contigua o a miles de kilómetros de distancia.

Lo que te cura es el agua. Las plantas curan con sutileza, pues fluyen y se adaptan al cuerpo que entran, percibiendo la forma esencial de cada persona. Cuando la planta lo consigue, cuando logra percibir las particularidades del anfitrión y actúa por consecuencia restaurando el desequilibrio energético, enseguida llega la curación. Todas las plantas son agua: sólo son agua puesta en distintos moldes, tejida de distintas formas, pues para curar, el agua tiene que cambiar su apariencia, tiene que restructurarse, sólo así puede regenerar el balance entre el enfermo y el teotl (su traducción correcta sería esencia-fuerza-ley natural, para entender con mayor claridad el tema, leer el libro: "Nahualamoxtli" del mismo autor) o dicho en términos occidentales,  con la “deidad” que se produjo el desequilibrio al que llamados enfermedad. Sólo de esta forma es que la entidad patógena asociada con dicha “deidad” abandona el cuerpo enfermo y este se logra sanar. El que trabaja con plantas sabe que está trabajando con agua; con ese enigmáti-

yecapantonana_med.jpeg

co líquido que en tiempos primitivos cambió de muchas maneras y por medios misteriosos para poder manifestarse sobre la tierra a través de la vegetación.

kukulcan.jpg
56a09edbd4169fe8f364d7fa1006912e editado

Al espíritu dueño de los remedios, los iniciados en el nagualismo le conocemos por el nombre de Pahtecatl: “El que habita en la medicina”.  Es el señor que mandan sobre toda sustancia medicinal, sea vegetal o animal, en ese monte sagrado que es Tlaloc; cerro primordial que se alza en el centro magnético de la dimensión lunar, que es la esfera dimensional más próxima a la nuestra y por lo tanto la que influye directamente sobre el ser humano. Pahtecatl es el nagual o mago maestro que transforma al agua común en factor sanador, por lo tanto es el principio activo de toda medicina, la primera manifestación reparadora, que es la mítica agua primordial también conocida en otras partes del mundo como “el elixir de la vida eterna”. Pahtecatl, también conocido bajo la advocación de Ixtlilton, es la esencia-fuerza ley natural, reparadora y reconstituyente que surgió de las aguas negras de la creación. Agua sagrada que en la lengua de los brujos: el nahualatolli; conocemos como “Tlilatl”, asociada también con la tinta de los escribanos, en alusión a la sabiduría, con lo cual, también podemos relacionarla de alguna forma, con el concepto de la piedra filosofal de los alquimistas occidentales. Según el mito nahua, dentro de los mares tempestuosos y oscuros sólo compuestos del elemento Tlilatl, era donde habitaba nuestra madre-padre tierra, bajó la forma de un inmenso y monstruoso lagarto llamado Cipactli (el simbolismo oculto de este fenómeno primitivo revela a Cipactli como la primera luz de la creación) antes que los Tezcatlipoca blanco y negro; los hermanos, Quetzalcoalt y Tlitlacahuan respectivamente, lo partieran en dos para crear al cielo y a la tierra (Para entender más sobre este pasaje, léase el libro “Teotlahtolli” del mismo autor). En este mito podemos entender que el elemento Tlilatl es incluso más antiguo que los trece cielos y los nueve pisos del inframundo, que son a su vez, las diez esferas dimensionales o nueve entrecruzamientos a las que se puede acceder por medio de la frecuencia anímico-vibratoria que se genera en el nagual o estado doble de la conciencia, es decir, el proceso clave para entrar o salir de la materia a los distintos planos de conciencia procede del misterio del agua y al misterio del agua regresa en un ciclo interminable. Sobre este fenómeno se habló ampliamente de manera simbólica en la posición de los edificios construidos en la mítica ciudad de Tollan Xicocotitla. El diseño arquitectónico de dicha urbe que se encuentra en el actual Estado de Hidalgo, revela la estrecha relación entre el cosmos, el cuerpo humano y su entorno natural. Es como un mapa anímico-astral que nos conecta con los procesos de la vida, la muerte y el retorno, a través del simbolismo de Quetzalcóatl. De hecho Patecatl no es sino la advocación precisa del rostro sanador de Quetzalcoatl teotl, como lo es también la consorte de Pahtecatl y deidad creadora del pulque: Mayahuel (la que rodea a la luna), de la madre primordial procedente de los mitos de origen huasteco, Tlazolteotl: la esencia-fuerza-ley natural que genera por amor, también conocida como “la comedora de inmundicias”, es decir la que se alimenta de la enfermedad y el vicio, transformando por medio del amor toda suciedad en nutrimento y toda transgresión moral en purificación y sacralidad. El iniciado en el nagualismo, que trabaje sobre el camino del curandero debe tener muy en cuenta que toda sanación se hace con el debido permiso y concesión de Quetzalcoatl y Tlazolteotl, quienes son sin duda los señores naguales de la medicina oculta del México profundo, por excelencia.

bottom of page